Cuando nos encontramos con nuestros polos opuestos a menudo la primera impresión es que es imposible el encuentro entre ellos, y que van a encontrarse en pelea eternamente.
A veces creemos que la pelea se resolverá en términos de quién es más fuerte, y nos preguntamos ¿quién puede más?, ¿nuestro aspecto crítico o nuestro aspecto relajado?, ¿nuestro aspecto ordenado o nuestro aspecto desordenado? Sin embargo, ambos son aspectos que ya contenemos de algún modo, por lo que plantear la solución en términos excluyentes, o de ganar o perder, no sólo es absurdo sino que nos lleva al sufrimiento.
También puede ocurrir que cuando no estamos identificados con uno de los polos y queremos darle más protagonismo, creemos que es una cuestión de esforzarse un poco más. "Me tengo que esforzar en ser más simpática", "tengo que ser más relajado",... Sin embargo, el camino de la integración no es un camino de esfuerzo, es un camino de aceptación de lo que ya somos y a veces no nos damos ni cuenta. Primero darnos cuenta, y después aceptar.
A través del trabajo corporal podemos comprobar la continuidad entre un polo y otro, cómo desde un extremos podemos llegar al otro, o incluso cómo se van transformando el uno en el otro en una rueda sin fin. También podemos llegar a experimentar el momento de cero de elección, es decir dónde comienza el camino en una dirección y dónde en la otra dirección. La pelea entonces se convierte en danza o en diálogo entre esos dos aspectos nuestros.
Después con la transformación de esos polos en personajes, les damos vida, voz y expresión a cada uno de ellos.
También puede ocurrir que cuando no estamos identificados con uno de los polos y queremos darle más protagonismo, creemos que es una cuestión de esforzarse un poco más. "Me tengo que esforzar en ser más simpática", "tengo que ser más relajado",... Sin embargo, el camino de la integración no es un camino de esfuerzo, es un camino de aceptación de lo que ya somos y a veces no nos damos ni cuenta. Primero darnos cuenta, y después aceptar.
A través del trabajo corporal podemos comprobar la continuidad entre un polo y otro, cómo desde un extremos podemos llegar al otro, o incluso cómo se van transformando el uno en el otro en una rueda sin fin. También podemos llegar a experimentar el momento de cero de elección, es decir dónde comienza el camino en una dirección y dónde en la otra dirección. La pelea entonces se convierte en danza o en diálogo entre esos dos aspectos nuestros.
Después con la transformación de esos polos en personajes, les damos vida, voz y expresión a cada uno de ellos.
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