¿Y qué son las
polaridades?
Pues podríamos decir que todos los aspectos de lo que somos
como organismo (cuerpo, emoción, mente, acción) tienen su opuesto: sociabilidad-soledad,
rápido-lento, lado izquierdo-derecho, amor-odio, femenino-masculino….
Hay un continuo graduado entre un polo y el opuesto, y
habitualmente estamos identificados con sólo un lado de ese continuo, resultándonos
invisible el opuesto. Es decir nuestro polo invisible lo tenemos alienado o en
sombra, por lo que no reconocemos que esa cualidad también forme parte de
nosotros.
Esta identificación con uno de los polos tiene lugar porque
nuestra mente tiende a funcionar de forma dicotómica (o esto o lo otro),
haciendo incompatible lo que se da de forma natural. Es una estrategia para
reducir la complejidad de la vida que en principio nos facilita la existencia…
¿Y según esta teoría,
qué hay en el centro?
El centro no es propiamente el equilibrio, sino que es un
punto cero (una especie de kilómetro cero) o estado de reposo, a partir del
cual comienza a tomarse una dirección en un polo o en otro.
Desde este punto cero es posible la libertad para elegir un
camino u otro. Esto es importante, porque ante la variedad de las situaciones
que nos podemos encontrar, encontraremos en esta libertad la posibilidad de
responder de la manera más adaptada a la situación.
¿Y cuál es el trabajo
que propone la Gestalt con las polaridades?
La Gestalt propone que en primer lugar conozcamos cuáles son
nuestros polos, e identifiquemos con cuál nos sentimos identificados y cuál
sería nuestra “sombra”.
A partir de aquí propone un trabajo de integración, para que
podamos admitir como parte de nosotros tanto un aspecto como el opuesto. De esta
forma podremos ampliar nuestro repertorio de recursos ante las diferentes
situaciones de la vida.
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